La ansiedad es una reacción física adaptativa que experimentamos las personas en momentos de peligro. Así, la ansiedad nos sirve para poder reaccionar mejor en momentos difíciles. Por ejemplo, sin un mínimo de activación en una situación peligrosa con el coche no reaccionaríamos rápidamente, haciéndolo lo mejor que sabemos. De hecho es una reacción que nos ha ayudado a sobrevivir como especie ya que la ansiedad hace que nuestro cuerpo reaccione poniéndonos preparados para huir o enfrentarnos a la situación amenazadora. Así, el corazón acelera su ritmo para bombear más sangre a los músculos, estos se tensan, etc.
Sin embargo, cuando una persona se encuentra ansiosa sin que haya ninguna posible amenaza, o cuando esa persona permanece tensa durante largos periodos de tiempo o con mucha intensidad, entonces la ansiedad se convierte en un problema. El objetivo no es hacer que desaparezca la ansiedad, sino aprender a manejarla.
Todas estas respuestas están provocadas por un aumento de la producción de adrenalina y otras sustancias químicas del cerebro que preparan al cuerpo para escapar rápidamente del peligro o enfrentarse a él.
Algunas personas, para tratar de reducir la ansiedad, suelen comer, fumar o beber en exceso. De momento, esto les alivia, pero a largo plazo la situación se puede complicar. Otras personas tienden a evitar las situaciones que les generan ansiedad. De momento, esa estrategia les puede funcionar, pero, a largo plazo, la evitación de esas situaciones puede transforme en una fobia.
No es sencillo responder a esta pregunta. Algunas personas tienen problemas de ansiedad porque han aprendido a reaccionar exageradamente ante las dificultades En otros casos, la aparición de un problema importante o la acumulación de varios pequeños problemas causan la ansiedad. No obstante, la mayor parte de las veces, es el diálogo que mantenemos con nosotros mismos el que nos genera ansiedad: “esto es horrible, no puedo soportarlo, no podré hacerlo, todo me irá mal”, etc.
Algunas personas, para tratar de reducir la ansiedad, suelen comer, fumar o beber en exceso. De momento, esto les alivia, pero a largo plazo la situación se puede complicar. Otras personas tienden a evitar las situaciones que les generan ansiedad. De momento, esa estrategia les puede funcionar, pero, a largo plazo, la evitación de esas situaciones puede transforme en una fobia.
Cuando nos preocupamos no notamos cambios fisiológicos, como fuertes palpitaciones del corazón o sudoración. La preocupación queda, pues, limitada al pensamiento. Cuando generamos ansiedad, como hemos visto anteriormente, aparecen toda una serie de síntomas fisiológicos. La ansiedad, pues, es mucho más desagradable, más física y más potente que la preocupación.
Por otra parte, debemos aprender a distinguir entre las preocupaciones que son realistas y las que son.. Preocupación real es la causada por un problema real y que, por eso, permite realizar alguna acción para buscar una solución o para mejorar la situación. Por ejemplo, si una persona tiene problemas económicos, tendrá que pensar en ahorrar, evitar algunos gastos o pedir un préstamo. Por otra parte, una preocupación no realista es aquella que está causada por un pensamiento no real. Por ejemplo, una persona tiene que hablar en público y genera ansiedad al pensar que lo hará mal, que se quedará en blanco, que se pondrá en ridículo, etc.
Cuando empezamos a preocuparnos por algo que es poco realista, es importante intentar reemplazar el pensamiento por otro más racional. Hay que procurar no exagerar ni magnificar: ("todo me sale mal") y ser más realistas ("el que haya suspendido un examen no significa que todo me salga mal”). Es conveniente preguntarse qué probabilidades reales hay de que ocurra lo que tanto nos preocupa y, si seguimos preocupados, intentar distraernos, realizar alguna actividad mental, por ejemplo, leer, o física, como ir a dar un paseo, esto nos permitirá distraernos y, por tanto, dejar de preocuparnos.